domingo, 27 de agosto de 2017

#1Día1EXP - Capítulo 36: Un nuevo semestre. Mi segundo BdO. Carlos al cubo (27/08/17)

Domingo, 27 de agosto de 2017.

Un nuevo semestre que comenzó, un nuevo semestre que afrontar.


Desde la primera semana se presentaron en mí algunos sentimientos encontrados. El estar en las mismas asignaturas con una considerable porción de estudiantes que ingresaron a la USS un año antes que yo, e incluso hacerle ayudantía a varios de ellos es un indicador de que he hecho las cosas bien. Sin embargo, también noté que cada vez son menos los amigos que están en las mismas clases que yo. Es la parte triste de todo esto. 
De entrar todos juntos, a sólo vernos cuando nuestros horarios coinciden. La amistad permanece, pero se hace sentir la ausencia en la sala de clases. Mas no queda de otra que seguir adelante a pesar de todo.


Este semestre comenzó con una excelente noticia, y es que obtuve mi segundo BdO, mi segundo MVP o, en palabras más realistas, mi segunda Beca de Excelencia Académica consecutiva. Todo un logro para un amante de la flojera como yo. Nuevamente, me encontré siendo el único estudiante de Ingeniería Civil en Minas en la ceremonia, es decir, tuve la suerte de que nadie me superase en promedio de calificaciones. 
Mientras esperábamos que la ceremonia iniciara, escuché de los asientos de atrás a unas chicas que hablaban de una estudiante que obtuvo cuatro años consecutivos la BEA de su carrera (el máximo posible en ingenierías, pues son 5 años y se entrega al año siguiente de calcularse el promedio general). Los comentarios eran de tal admiración, que me propuse el objetivo de ser como aquella persona. Ser reconocido en unos años más por obtener cuatro veces consecutivas la BEA. Es un objetivo interesante y complejo, pero alcanzable. Sé que si me lo propongo, lo puedo conseguir. 
Mi querido amigo, Carlos del 2014, nunca se hubiera imaginado que si nombre aparecería alguna vez en el Cuadro de Honor de una Universidad. Es algo que me llena de orgullo y felicidad.


Durante las vacaciones de invierno, postulé a dos ayudantías para este semestre: Ecuaciones Diferenciales y Álgebra Lineal. En principio, me habían dado la primera junto a una de Electricidad y Magnetismo, ramo al cual le tengo bastante respeto pues siempre me complicó. Cuando acepté la de Ecuaciones Diferenciales, me dijeron que alguien ya la había tomado. Una pena, pues disfruté mucho hacer dicha ayudantía el semestre anterior.
Por otra parte, encontramos que faltaba ayudante de Álgebra Lineal, así que me dieron esa ayudantía junto al profesor Gerardo (quien me hizo Cálculo Multivariable hace un año; un auténtico crack explicando la materia) y, además, acepté la de Electricidad y Magnetismo, pues supe que fue el profesor Quinzacara quien me recomendó para ello. Es un lindo desafío que cumplir.
Finalmente, con dos ayudantías a cargo, me llegó un correo de que necesitaban urgente ayudante para Cálculo Multivariable, pues el ayudante había renunciado. La dudé, pero acepté de todos modos. Puede sonar a suicidio, pero necesito probarme a mí mismo que soy capaz de realizar tres ayudantías y mantener mi nivel académico. Resulta genial aquella sensación que te queda cuando consigues que tus compañeros de universidad entiendan algo que tanto les aqueja, y mucho más aún cuando tiempo después te lo agradecen y/o te dicen que les gusta tu forma de hacer clases. Por ello es que vale tanto la pena hacer ayudantías. Quizá y en unos más me dejo guiar por el camino de la docencia... ¿quién sabe? Jajajaja.

¡Ánimo con lo que te propongas este semestre!


Próximo capítulo: "¿Por qué no he publicado? Resumen del mes. Cambio de outfit (08/10/17)"

¡Muchas gracias por leer!
¡Qué tengas una buena noche!

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sábado, 26 de agosto de 2017

#MarDeFrustracionesII - Capítulo 56: Privacidad

Cualquier persona normal necesita muy de vez en cuando tener su espacio personal. Ya sea para despejar la mente de los problemas del día a día, estudiar, pasar al baño, llorar o bien, meditar acerca de la creación del universo y del por qué existe todo en lugar de no haber nada. Dentro de esas personas estoy yo, quizá con alguno que otra variable añadida a la ecuación anterior. La idea de este capítulo es indagar en aquello, así que sin más: ¡manos a la obra!


No tengo remordimiento alguno al decir que soy una persona cuya privacidad es bastante limitada. Esto va más allá de que la cerradura (más bien, el pestillo) de la puerta de mi cuarto esté mala desde hace ya varios años. Siempre digo que la arreglaré, pero llego, subnormalmente, a la conclusión de que no es tan necesario. Y, bueno...


Mi amada madre tiene el Síndrome de la Curiosidad Familiar. Desea saber absolutamente todo lo que ocurre en la familia, aunque eso le tome invadir el espacio personal de los demás. Más de alguna vez me he partido de risa por dentro viendo periféricamente cómo intenta ver lo que hago en el celular; es un amor. Lo más terrible es cuando salgo de casa (ya sea por el día o cuando me voy por más de uno a otra ciudad) pues, si no contesto el mensaje al instante, se desespera e inmediatamente piensa lo peor. Hay veces en que incluso no me cree cuando le digo en dónde me encuentro, mas le encuentro la razón puesto que en parte es culpa mía que ella no me conozca del todo. Es normal que dude de mí, por más desesperante que sea. A pesar de todo, así te amo, mamá. Sé que, aunque lo niegues, terminarás leyendo esto. Jajajaja.


Fuente imagen: https://www.genbeta.com/navegadores/como-no-te-protege-el-modo-incognito-de-los-navegadores

Ya se hizo parte de mi día a día el estar jugando HaxBall o cualquier otro juego con amigos mediante TeamSpeak y que, debido a mi mala costumbre de que mi micrófono se active por reconocimiento de voz, mis amigos tengan que escuchar comentarios, preguntas, gritos, risas, entre otros provenientes por parte de mi amada familia. En un movimiento de reacción felina, presiono el botón del controlador de mi micrófono para apagarlo, mas el daño ya estaba hecho. La forma que tiene mi familia para ingresar a mi cuarto es una fiel representación de aquel capítulo de "Los Padrinos Mágicos" que, muy probablemente habrás visto alguna vez. Te adjunto una imagen:


Incluso me ha pasado cuando estoy estudiando. Con la concentración a tope, a punto de encontrar la respuesta de un problema que llevo varios minutos pensando y, de pronto, un golpe de furia abre mi puerta. "¿A qué hora entras mañana?" me preguntan, cuando mi corazón ya está kilómetros por sobre el techo de mi hogar. En una acción de no más de medio segundo, toda mi concentración se pierde y, además, un preinfarto gratis. Es casi como esa sensación cuando por un par de segundos no encuentras tu celular, para luego recordar que lo dejaste en otro bolsillo. Sí, algo MUY similar a eso.


Hasta el momento, todo bien. Quizá hasta pensaste algo como: "Pero, ¡de las weás que se preocupa este weón!". Y lo entendería totalmente. Hasta lo compartiría. 
Sin embargo, esto no acaba aquí. No, no, no, señores. Esto sigue.


Resulta que hay cosas que no se las deseo ni al pelado que me caiga más mal en el mundo. Cosas que no tendrían por qué salir más allá de lo privado. Situaciones que ninguna persona (salvo algún posible fetichista demente que es completamente seguro que existe) desearía compartir con su familia. Ya te imaginarás a lo que voy... Sí, ha ocurrido la gracia de que estando en lo mejor con una chica en mi cuarto, entre alguien sin previo aviso. Y no una, ni dos... ¡Tres veces! 
La primera vez, fue mi antigua nana (no tenemos desde hace dos años aproximadamente); la segunda, mi madre, y la tercera, mi hermana. TODAS por el simple, estúpido y ridículo hecho que nadie se digna a tocar la puerta para entrar a mi cuarto. Dan por hecho que estoy estudiando, durmiendo o jugando (en el buen sentido de la palabra). ¿Tanto cuesta tocar la maldita puerta?
En fin, hasta el día de hoy me tomo aquellas experiencias para la risa. Aún así, es algo que no le deseo a nadie. Es de las peores cosas que te puede ocurrir en la vida (sólo agradezco que no haya sido que me pillen autoamándome, pues a un amigo ya le ocurrió y es algo que debe ser peor que el mismísimo infierno. Sí, definitivamente es un millón de veces menos peor lo que me ocurrió a mí). 


En definitiva... ¡Puta que era necesario arreglar el pestillo!
A pesar de todo, amo a mi familia. <3


Próximo capítulo: "El rápido transcurso del tiempo"

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miércoles, 2 de agosto de 2017

#ElBaúlDeLaIdiotez - Capítulo 1: 27F estilo Carlos

Desde muy pequeño (4 años para ser exacto) me convertí en un animal de los videojuegos. La gran gama de juegos que, gracias a mis amigos de barrio, tenía en el computador, hicieron de mí un jugador compulsivo que, a pesar de todo, balanceaba muy bien sus tiempos para llevar a cabo las diferentes actividades de un niño. Eso hasta hoy en día, que difícilmente pasan dos o tres días sin que juegue HaxBall. Sin embargo, la data de este capítulo se remonta a la época del juego que más he amado en la vida, aquel en el que conocí muchísimos amigos y el cual espero volver a jugar pronto (aunque ahora sea, una mierda del tipo pay2win, es decir, si no pones plata real, eres una mierda dentro del juego. Más que antes). En efecto, yo fui (y con orgullo) uno de aquellos que para entonces pagaba por tener una cuenta premium, indispensable para aquellos jugadores que buscan avanzar correctamente en el juego, disfrutando de su magnificencia en plenitud. Habré gastado unos $200.000 aprox. a lo largo de los años jugando Tibia, pero... ¡qué manera de pasarlo bien, la puta madre!

Fuente imagen: http://www.soychile.cl/


Aquella madrugada de 27 de febrero no sería la excepción. Las vacaciones de verano del año 2010 llegaban al final y había que aprovechar al máximo el poco tiempo que quedaba. El horario del colegio limitaba bruscamente el tiempo disponible para jugar.
Esa noche, me encontraba con mi personaje "Zaske Uxiha" cazando en el Magician Quarter de Yalahar, junto a mis primos Francisco (Sycton Fazaen) y Eduardo (Haine Fazaen). No tengo ninguna foto de aquel día, pero entre mis archivos encontré una de un lugar (y fecha) cercano a donde mi personaje estaba a las 03:34 a.m de aquel fatídico día. Preferí no cortar la imagen, para que puedas apreciar el viaje en el tiempo que estamos haciendo. ¡Mira, una conversación por Windows Live Messenger en la cual de seguro estaba hablando con Fabián sobre Tibia! ¡Qué tiempos, la puta madre!


Sí, mientras la gente normal se encontraba bailando en discotecas, jugando en el casino, culeando o durmiendo temprano para ir a trabajar o arreglar su horario de sueño para entrar a clases, yo ahí estaba, jugando Tibia. Hail Fazaens.
Recuerdo que acababa de matar a un Hero en una de las torres de la parte alta de la zona de Necromancers, y me disponía a ir a la torre más lejana. Tan pronto comencé con mi camino hacia el Este del mundo Tibiano, comenzó el temblor. Recuerdo que alcancé a decirle a Haine que cuidara a mi personaje cualquier cosa, porque estaba temblando. Concepción es una ciudad en la cual tiembla muy de vez en cuando, y para entonces estaba convencido de que aquel temblor no duraría más de 10 segundos.
¡Mierda! El temblor no se detenía y cada vez comenzaba a moverse más fuerte. Algo grande estaba ocurriendo y yo sólo quería que mi personaje no quedase en un lugar peligroso. Tenía que conseguir dejarlo en un lugar seguro.
Los primeros gritos comenzaron a caer. Mi concentración cada vez se dispersaba más del juego y de un momento a otro, todo se apagó.
De pronto, mientras todo se movía cual barco pirata en el Mar de Frustraciones en una total oscuridad, la mano de mi madre se carga en mi cabeza, como buscando corroborar que yo era la persona que se encontraba ahí, en mi pieza. Sí, estábamos viviendo uno de los terremotos más fuertes de la historia de la humanidad, pero al menos todos en la casa nos manteníamos bien. Sin embargo, mi mente no dejaba de recordarme que no conseguí dejar a Zaske en un lugar seguro, y esa sería mi mayor preocupación durante los siguientes días.


Recuerdo que para entonces contamos con la suerte de que el cumpleaños de mi hermana se había celebrado unas noches antes, de modo que todo lo que había sobrado (que era MUCHÍSIMO) se encontraba en nuestra casa. Comida chatarra y galletas no nos faltaron. ¡Yupi! La despensa también ayudó bastante, considerando que el chileno promedio vio el terremoto como una oportunidad para hacer de las suyas e ir directamente a saquear cuanto supermercado encontrase. Creo que una pantalla de plasma no es algo que se necesite después de un terremoto, pero bueno. Las personas son muy imbéciles en este país, y así nunca se podrá surgir. Mas lo que sí me dio gusto, fue que los vecinos se agruparon entre sí para defender sus sectores. Nunca pensé que vería al chucheta de al frente con ramas en las manos mirando a lo largo de la calle, o a aquel anciano rarito con su fusil de tus tiempos de militar en mano, dispuesto a proteger su territorio. Y nunca pensé verme ahí, con un hacha en mano mirando hacia abajo de mi calle. ¡Que yo era un paladín-arquero, maldición!
Fueron días no del todo desagradables. A pesar de las réplicas, esa tragedia me unió mucho más con mi familia. Creo que nunca había conversado tanto con ellos, ni jugado Carioca días enteros. Sí, fue una experiencia única e irrepetible que solo quienes lo vivimos tenemos archivada. Lo que más me llama la atención de esto es que, apenas terminó el terremoto, vi la cocina y había unas tres capas de botellas dadas vuelta, tazas y platos quebrados, algo que pensé que tomaría años ordenar, mas al día siguiente, ya estaba todo impecable, ¡si hasta brillaba! Mamá, sigo sin comprender como pudiste limpiar ese desastre en tan poco tiempo.


La gente suele mirarlo en menos, e incluso hasta ya no lo recuerda como tal pero, al pensarlo fríamente, sobrevivimos a una de las más fuertes tragedias naturales de la historia. No es cualquier cosa. En otros países se presentan sismos de mucha menor intensidad, y los destrozos y pérdidas humanas son realmente agobiantes. Las estructuras de este país me hacen sentir orgulloso, al menos porque varias de ellas resistieron notablemente este fenómeno.


Pasaron no sé cuántos días (creo que tres) sin luz. Recuerdo que estaba estirado en mi cama (para entonces ya nos atrevíamos a subir al segundo piso de la casa) y de pronto escuché ese "¡Click!" que indicaba que la pantalla de mi computador se había encendido. La corriente estaba llegando. En un movimiento increíblemente ágil, me senté en la silla y prendí el computador. A la mierda el país y la tragedia; tenía que ver si Zaske había sobrevivido, o sí tenía que ir a comprar las 'blessings' (bastante caras, por cierto) y recuperar los niveles perdidos.
Lo primero que hice fue entrar al juego y, para mi sorpresa, Zaske estaba en aquel lugar en que lo había dejado. Sí, Zaske había sobrevivido también a la tragedia, aún siendo atacado por Dark Magicians durante los minutos antes de desconectarse totalmente. La soledad duraría solo unos minutos pues, a medida que la electricidad llegaba a diferentes sectores, mis amigos iban conectándose.
La tragedia había terminado, y la dominación del mundo de Nerana seguía siendo el objetivo de Fazaens. El mundo de Tibia nos llamaba otra vez.


Próximo capítulo: "Inocentemente desubicado"

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