Cualquier persona normal necesita muy de vez en cuando tener su espacio personal. Ya sea para despejar la mente de los problemas del día a día, estudiar, pasar al baño, llorar o bien, meditar acerca de la creación del universo y del por qué existe todo en lugar de no haber nada. Dentro de esas personas estoy yo, quizá con alguno que otra variable añadida a la ecuación anterior. La idea de este capítulo es indagar en aquello, así que sin más: ¡manos a la obra!
No tengo remordimiento alguno al decir que soy una persona cuya privacidad es bastante limitada. Esto va más allá de que la cerradura (más bien, el pestillo) de la puerta de mi cuarto esté mala desde hace ya varios años. Siempre digo que la arreglaré, pero llego, subnormalmente, a la conclusión de que no es tan necesario. Y, bueno...
Mi amada madre tiene el Síndrome de la Curiosidad Familiar. Desea saber absolutamente todo lo que ocurre en la familia, aunque eso le tome invadir el espacio personal de los demás. Más de alguna vez me he partido de risa por dentro viendo periféricamente cómo intenta ver lo que hago en el celular; es un amor. Lo más terrible es cuando salgo de casa (ya sea por el día o cuando me voy por más de uno a otra ciudad) pues, si no contesto el mensaje al instante, se desespera e inmediatamente piensa lo peor. Hay veces en que incluso no me cree cuando le digo en dónde me encuentro, mas le encuentro la razón puesto que en parte es culpa mía que ella no me conozca del todo. Es normal que dude de mí, por más desesperante que sea. A pesar de todo, así te amo, mamá. Sé que, aunque lo niegues, terminarás leyendo esto. Jajajaja.
Fuente imagen: https://www.genbeta.com/navegadores/como-no-te-protege-el-modo-incognito-de-los-navegadores
Ya se hizo parte de mi día a día el estar jugando HaxBall o cualquier otro juego con amigos mediante TeamSpeak y que, debido a mi mala costumbre de que mi micrófono se active por reconocimiento de voz, mis amigos tengan que escuchar comentarios, preguntas, gritos, risas, entre otros provenientes por parte de mi amada familia. En un movimiento de reacción felina, presiono el botón del controlador de mi micrófono para apagarlo, mas el daño ya estaba hecho. La forma que tiene mi familia para ingresar a mi cuarto es una fiel representación de aquel capítulo de "Los Padrinos Mágicos" que, muy probablemente habrás visto alguna vez. Te adjunto una imagen:
Incluso me ha pasado cuando estoy estudiando. Con la concentración a tope, a punto de encontrar la respuesta de un problema que llevo varios minutos pensando y, de pronto, un golpe de furia abre mi puerta. "¿A qué hora entras mañana?" me preguntan, cuando mi corazón ya está kilómetros por sobre el techo de mi hogar. En una acción de no más de medio segundo, toda mi concentración se pierde y, además, un preinfarto gratis. Es casi como esa sensación cuando por un par de segundos no encuentras tu celular, para luego recordar que lo dejaste en otro bolsillo. Sí, algo MUY similar a eso.
Hasta el momento, todo bien. Quizá hasta pensaste algo como: "Pero, ¡de las weás que se preocupa este weón!". Y lo entendería totalmente. Hasta lo compartiría.
Sin embargo, esto no acaba aquí. No, no, no, señores. Esto sigue.
Resulta que hay cosas que no se las deseo ni al pelado que me caiga más mal en el mundo. Cosas que no tendrían por qué salir más allá de lo privado. Situaciones que ninguna persona (salvo algún posible fetichista demente que es completamente seguro que existe) desearía compartir con su familia. Ya te imaginarás a lo que voy... Sí, ha ocurrido la gracia de que estando en lo mejor con una chica en mi cuarto, entre alguien sin previo aviso. Y no una, ni dos... ¡Tres veces!
La primera vez, fue mi antigua nana (no tenemos desde hace dos años aproximadamente); la segunda, mi madre, y la tercera, mi hermana. TODAS por el simple, estúpido y ridículo hecho que nadie se digna a tocar la puerta para entrar a mi cuarto. Dan por hecho que estoy estudiando, durmiendo o jugando (en el buen sentido de la palabra). ¿Tanto cuesta tocar la maldita puerta?
En fin, hasta el día de hoy me tomo aquellas experiencias para la risa. Aún así, es algo que no le deseo a nadie. Es de las peores cosas que te puede ocurrir en la vida (sólo agradezco que no haya sido que me pillen autoamándome, pues a un amigo ya le ocurrió y es algo que debe ser peor que el mismísimo infierno. Sí, definitivamente es un millón de veces menos peor lo que me ocurrió a mí).
A pesar de todo, amo a mi familia. <3
Próximo capítulo: "El rápido transcurso del tiempo"
¡Muchas gracias por leer!
¡Qué tengas una buena noche!
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