Hoy resultó ser un día un tanto agitado; al menos considerando lo flojo que he sido estas vacaciones, dejándome estar prácticamente todo el tiempo. A eso de las 16:00, por el grupo que tengo con mis compañeros de la U, salió el tema de que Max (sí, el de la historia de la pelota de ping-pong) tenía una retención en la biblioteca por $650 pesos, es decir, debía $650 pesos de quién sabe cuándo por atrasarse con la devolución de un libro. El problema es que nuestra carrera, así como todas las de la Facultad de Ingeniería y Tecnología, comenzaba el proceso de inscripción de asignaturas para el Segundo Semestre a las 18:00 hrs. y esa retención impediría a nuestro amigo Max inscribir sus ramos. Él no tenía cómo llegar, pues se encontraba en su casa en Los Ángeles, por lo que, tras un llamado de el mismo, decidí ir yo mismo a cancelarle esos $650 para que pudiera inscribir sus ramos.
La instrucción fue: "Anda a la biblioteca y paga dando mi RUT."
Llegué a la biblioteca y comenzó una aventura al estilo Link de The Legend of Zelda: Primero, el señor que atendía uno de los mesones me dijo que su colega veía ese tema. Luego, la colega me pidió el RUT de mi compañero y me dijo que tenía que ir a pagar a Finanzas, al Edificio A de la Universidad. Me dirigí a ese edificio y en la entrada de Finanzas un guardia me dice que está cerrado, por lo que tenía que ir a pagar al zócalo del casino. Tuve que bajar al zócalo del casino y sacar número, con la mala suerte de sacar el 395, cuando apenas iban en el 318. Ni modo, tenía que esperar.
A eso de las 17:00, una pareja me dio uno de sus números, el cual resultó ser el 371; algo que me venía excelente. Dieron las 17:30 y yo tenía pensado volverme a mi casa, pero no era la idea dejar a Max sin inscribir ramos. Decidí quedarme e intentaría inscribir mis asignaturas desde la misma Universidad. Estaba contra el tiempo.
Ya eran las 17:55 y oigo el milagroso sonido de los módulos. Estaba en pantalla el número 371. Pude pagar sin mayores complicaciones y le pedí el lápiz a la muchacha que me atendió, quien amablemente me lo facilitó. Así, anoté los códigos de los ramos que debía inscribir (los cuales había mandado previamente a mis compañeros en un excel con horario incluído) en el papelito con el número. Aquí te dejo unas imágenes:
Así estaba el papel con el numerito. Códigos de asignaturas.
Boleta tras esperar una hora para pagar miserables $650 pesos.
Una vez me dieron la boleta, tomé mi celular e ingresé al portal de la Universidad. Pensé que me podría complicar el pésimo wifi del campus, pero pude inscribir las asignaturas sin ningún problema. Todo estaba saliendo bien.
Luego pensé en dirigirme a Falabella del centro de Concepción, para pedir un código para obtener al Pokémon Arceus en los juegos de Nintendo 3DS. Se supone que Nintendo entregó a Falabella los derechos para distribuir estos códigos, pero al parecer fue una mala decisión. La fecha de entrega era de 1 al 30 de agosto, pero resulta que al día 3 del mes ya estaba todo agotado. Fue una pérdida de tiempo. Tuve que regresar derrotado a casa. Decidí regresar caminando, pues me sirve para relajarme y pensar una que otra idiotez; por ejemplo, recordaba que, cuando pequeño, nunca se me hubiese pasado por la mente el que fuera posible caminar desde el centro de Concepción hasta mi casa, cosa que hoy para mí es tan normal. Un ejemplo de las tantas tonterías que se me vienen a la cabeza.
Llegué a mi casa y lo primero que hice fue mensajear al Facebook de Falabella, pero la respuesta fue básicamente lo mismo. Hasta nunca, Arceus.
Mientras tomaba once con mi madre y mi hermana, salió el tema de que había llegado Pokémon GO, juego del que mi mamá se pasaba hablando porque todo el mundo hablaba de ello. Lo descargamos con mi hermana y nos dimos cuenta de que había PokéParadas muy cerca de la casa. Decidí ir a verlas para descubrir más cosas sobre el juego, a lo que mi mamá insistió a mi hermana para que también me acompañara. Y es que mi mamá sabe que a mi hermana también le gusta Pokémon, pero ella estaba muy cansada como para salir a pasear por un jueguito.
Aproveché de seguir caminando y llegué cerca de la Universidad del Bío Bío, para posteriormente volver a casa. Encontré muchas PokéParadas y capturé uno que otro Pokémon, aunque nada interesante. Además, pude darme cuenta del impacto que generó el juego, que a horas de haber salido, ya concentraba a una gran cantidad de personas en sus celulares capturando pokémon.
Me pareció entretenida la idea del juego, pero no sé si lo jugaré tan a fondo como otras personas. Me quedo con el juego de consola, totalmente. Espero que la gente que decida jugar por tiempo prolongado sea consciente de su alrededor, de evitar tropiecos y, por sobre todo, flaites que se dediquen a robar celulares a los jugadores más ingenuos y despistados.
Próximo capítulo: "Regresando a lo que nos convoca. Cartitas. Concepción en 100 palabras (19/08/16)"
¡Muchas gracias por leer!
¡Qué tengas una buena noche!
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