martes, 17 de enero de 2017

#MarDeFrustracionesII - Capítulo 43: Lo más importante es el estilo

Hasta hace unos años 2014, para ser exacto, solía ser un tipo que únicamente se encargaba de pasar lo más desapercibido posible, evitando conflictos y esquivando la posibilidad de ser el centro de atención en cualquier ámbito de su vida. Si la memoria no me falla, durante mi estancia en el colegio los únicos momentos en que sentí que era el centro de atención, eran aquellos en que debía defender la portería del equipo de mi curso en los campeonatos de fútbol que daban puntos para las alianzas. Recuerdo aquel 2008, cuando iba en 1° Medio y nuestro curso fue campeón del colegio, con destacadas actuaciones de todos mis compañeros que formaron parte del equipo, pero con un especial énfasis en mí: nadie fuera de mi curso se imaginaba el gran portero que podía llegar a ser; sobretodo cuando ganamos esa definición a penales contra el 3° Medio C, equipo que contaba con jugadores de altísimo nivel, incluso uno que jugaba a nivel amateur. Aún tengo presente aquella final contra un 4° Medio (no recuerdo exactamente cuál letra) y las felicitaciones del Profesor José Torres durante el partido tras una doble atajada que realicé. Posteriormente, tras ser campeones, él mismo sería quien haría una pausa durante la clase de historia:

Chicos, antes de empezar la clase quisiera pedirles que nos tomaramos un minuto para...a esta altura ya me veía venir lo que seguía. No me gustaba ser el centro de atención y debo haber estado rojo como tomate de la vergüenza...para felicitar a Carlos, que es, sin duda, el mejor arquero del colegio.
 Hubo un silencio de unos cinco segundos, y de pronto todos mis compañeros me miraban mientras aplaudían. Yo no sabía qué hacer, así que me quedé ahí con esa cara que uno pone cuando le cantan el "Cumpleaños Feliz".

Mi forma de ser me volvía alguien muy esquivo a todo eso. Detestaba ser el centro de atención, y disfrutaba mucho más estando solo que con compañía cosa que hasta hoy me pasa. O bueno, está bien; depende totalmente de la compañía. Quizá era por esto último que durante aquellos 13 años de colegio nunca, pero nunca me sentí feliz del todo. Siempre sentí que algo me faltaba, y hasta hoy no he podido comprender qué era. Varias veces me cuestioné que lo que me hizo falta fue una figura paterna decente, pero no puedo excusarme con eso para catalogar mi forma de ser.

Pasaban los años y nunca pude encontrar ese "algo" que me hacía falta. Llegó el 2006 y pude suplir esa carencia entrando al mundo de los videojuegos, algo que se volvió casi más importante que mi propia vida. Me daba mucha felicidad el sentir que podía hacer lo que quisiera sin que nadie me juzgara por eso. Creo que gran parte de la felicidad que tengo hoy como persona se debe a haber ingresado a Tibia en aquellos años. Mis amigos más importantes los conocí gracias a ese juego, y es algo de lo que estaré eternamente agradecido. Te mando un afectuoso saludo si alguna vez compartiste conmigo en dicho juego.


Volviendo al tema central de este capítulo; ese Carlos del pasado nunca se valoró a sí mismo. Solía estar más preocupado de jugar o de aconsejar a sus amigas que de su propia persona. Sí, era esa clase de persona que te puede dar el mejor consejo posible ante ciertas situaciones, pero que no aplicaba ni la mitad en su vida personal. Espero no seguir siéndolo en la actualidad, aunque no deja de ser una posibilidad. Esta sería la tónica que marcó mi forma de ser durante todo lo que fue la enseñanza básica, media, y superior en la UdeC. Mala idea, pues si pasas desapercibido en la universidad, estás condenado al fracaso. Una vez decidido a abandonar la carrera de Ingeniería Civil Mecánica en la Universidad de Concepción 2014 para que no te pierdas, tenía claro que mi primer nuevo objetivo debía ser el cambiar mi forma de ser. Cosa que se dio tal y como esperaba, lo que me tiene realmente satisfecho. No, mentira, igual bajaría las escaleras para comerme los restos de pizza que quedaron, mas no lo haré porque me da pereza levantarme de esta silla.

Comenzó el 2015 y con ello mis clases en la Universidad San Sebastián. Comenzaba la competencia conmigo mismo para demostrarme que podía cambiar lo que tanto tiempo fui. Desde el primer día me propuse ser un estudiante particiaptivo de las clases con buenas intervenciones, claro está. Hay algunos que con cada intervención le sacan una carcajada al curso completo, y conseguí mi objetivo. Creo que todos los profesores que he tenido en esta universidad tienen una visión positiva sobre mí (salvo el viejo de mierda de Manejo Operacional, que lamentablemente me hará clases en el 2018), que es algo que me deja totalmente orgulloso por el simple hecho de que nadie mejor que yo sabe por toda la mierda que he pasado para llegar a este momento. Sería durante aquel 2015 que pude encontrar una frase que describiera mi nueva personalidad: "Lo más importante es el estilo".

Y no me refiero a estilo con eso de la forma de vestir o de ser una persona que se produce en exceso a la hora de salir a caminar por el mundo. Me refiero a que lo más importante es siempre hacer las cosas con tu propio sello. Dejar tu marca en lo que haces. Quedar en la retina de los demás en base a tu propio esfuerzo. Sí, lo más importante es el estilo, TU ESTILO. Obviamente te encontrarás con gente a la que le disgustará el visualizar tu sello en cada acción que realices, pero bueno; no se le puede dar en el gusto a todos, ¿no? Lo importante es que al momento de tomar una decisión puedas darte un tiempo para pensar: ¿cómo puedo hacer esto para dejar mi marca?, ¿qué puedo hacer para sorprender a esta persona?, ¿qué puedo hacer para introducirle un palo de billar sin vaselina en el ano a aquella persona que me cae mal?, ¿cómo puedo responder con elegancia a las personas que sólo se dedican a criticarte? Teniendo las respuestas a estas preguntas, serás una persona digna de ser reconocida en la Academia del Estilo de Carlos. Si te sientes bien con tu propio estilo, es razón más que suficiente para seguirlo empleando; lo que piensen los demás puedes pasártelo por un huevo y la mitad del otro (o un pecho y la mitad del otro, si eres mujer).

¡Procura hacer tus cosas con tu propio sello! ¡Lo más importante es el estilo! Recordemos que lo importante es dejar marca en los demás (positiva o negativa, ya depende de ti); es la clave para ser recordado una vez caídos.



 Próximo capítulo: "¡Hazlo tú mismo!"

¡Muchas gracias por leer!
¡Qué tengas una buena noche!

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