Si bien hay tantos tipos de amistades como personas en el mundo, se podría decir que a grandes rasgos existen sólo dos: las amistades sanas y las amistades tóxicas.
Dentro de las amistades sanas no hay mucho que decir; simplemente son aquellas en las que ambas partes se sinceran en todo momento y se apoyan mutuamente sin mayores inconvenientes. En resumen, una amistad sana es una que no te perjudica en absoluto.
Sin embargo, ¿qué ocurre con las amistades tóxicas?
Fuente imagen: Desmotivaciones
Dentro de las amistades tóxicas están todas aquellas en las que sólo una de las partes es sincera de verdad, y la segunda se dedica exclusivamente a beneficiarse de la bondad de la primera. Es algo que se da mucho más de lo que quisiera pero, lamentablemente, siempre van a existir. Debido a mi forma de ser tan introvertida, me ha tocado lidiar con estas personas en diversas ocasiones, hasta que con el tiempo aprendí la forma en que se debe tratar con ellos.
Son muy fáciles de identificar, pero las personas suelen (me incluyo) ser muy idiotas, y acaban encadenándose en algo a lo que algunos llaman "amistad obligada". Una situación poco agradable en la que quedas atado de manos a personas que no merecen nada de ti.
Resulta tan desagradable e incómodo tener dentro del círculo de amistades a alguna persona que sólo se acerque a ti por interés, que al momento de darte cuenta es imposible conseguir disimularlo. En el colegio y ahora en la universidad, siempre habrá personas que se acerquen a ti por mero interés, y si no haces lo que te piden, te cobran sentimientos o incluso puedes llegar a perder su "amistad". Por suerte, mis amigos más cercanos no entran en esta categoría, pero recordando mis inicios en la USS, podría decir que había un par que encaja perfecto con esa descripción. Tanto en nivelación como en el inicio del primer semestre, acostumbrábamos a realizar todas las actividades juntos; hasta que me di cuenta que se juntaban conmigo exclusivamente porque yo hacía prácticamente todo. Después conocí a Bastián, y encontré un compañero de verdad, uno que apaña a todas y que cumple con todas las tareas que se le asignan. Cuando comencé a hacer trabajos con él, el parcito del que te hablo comenzó a cobrar sentimientos, y ahí fue cuando lo entendí todo. No vale la pena rodearse de gente así, hay que ignorarlas y evitarlas dentro de tu camino.
Ese primer semestre en la USS fue realmente agotador. Si bien no tenía que estudiar prácticamente nada, los trabajos eran realmente pesados. En un par de ramos debíamos hacer informes, videos y cosas en grupos de 6 personas pero, ¿adivina qué?: tuve que realizar todas esas actividades únicamente con la ayuda de Bastián. Hubo una noche en la que no dormí nada, pues nos quedamos acá con Bastián terminando el informe, editando el video y preparando la presentación final de Taller de Introducción a la Ingeniería. Tuvimos que pasar adelante a presentar sin haber dormido un carajo. Pero ahí estuvimos, cumplimos con todo y nos fue relativamente bien. Muy bien como para haber hecho un trabajo de 6 entre 2 personas.
También recuerdo un informe de Introducción a la Industria Minera, el primero que teníamos que hacer, uno sobre el carbón en nuestra región. Asigné a cada integrante una parte, y sólo Bastián cumplió como esperaba, los demás sólo se limitaron a copiar y pegar algo del primer link de Google encontrado con las palabras clave. De ahí nunca más les volví a pedir ayuda, y evité realizar cualquier trabajo junto a ellos. Estaba encadenado a esa amistad obligada en la cual sólo era un objeto de interés. Una mierda.
Con el tiempo —y gracias a las cartas Mitos y Leyendas—, comenzamos a hablar frecuentemente con Andrés, y formamos nuestro equipo de tres: Chupilca del Diablo. Con ellos he realizado prácticamente TODAS las actividades desde entonces. Posteriormente se integrarían Rulo, Max y Mariano, siendo este último el único de ellos que se mantiene al día con la malla curricular, y con quien pasé gran parte del último semestre.
Comencé mal, pero pude rodearme de la gente apropiada y encontrar un buen camino, lejos de amistades tóxicas, dejando de lado cualquier posible amistad obligada.
Si te sientes encadenado a alguna amistad obligada, sólo mándala a chupar limón y ya. Al final te será indiferente —incluso mucho mejor— el deshacerte de esas personas que no son ningún aporte a tu vida. Rodéate de personas que puedan comprenderte, apoyarte y acompañarte en cada paso que des, que sean responsables en todo aspecto y en quienes puedas confiar alguno que otro secreto sin ningún remordimiento, teniendo la certeza de que NUNCA te fallarán. Esas personas sí que valen la pena, los demás, que se vayan por la cadena de la taza del baño, como la mierda que son.
Próximo capítulo: "La trascendencia de lo insustancial"
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