Considero que una parte importante de lo que hoy soy como persona, es gracias a aquellas personas que son una importante guía para nosotros desde el momento en que comenzamos el largo camino de los estudios. Aquellas personas que dedican parte importante de sus vidas para enseñar cosas a sus alumnos. Hablo de los profesores.
En mis casi 20 años estudiando, me he encontrado con todo tipo de profesores. Y créeme, de todo. Eso sí, para gran parte de ellos sólo tengo palabras de agradecimiento. Todos y cada uno de ellos me ha dejado al menos una gran enseñanza que siempre tengo presente. Por mencionar algunos:
"Cada quién sufre como quiere" (Paiva F, 2014), una gran verdad de un viejo lobo.
"¿No tienes una pregunta más inteligente?" (Rodriguez D, 2015), un amor de profe.
"No es ni chicha... ¡Ni limonada!" (Garfias J, 2015)
"No dejen que los árboles les impidan ver el bosque" (Garfias J, 2015), pedazo de frase. No te enfoques exclusivamente en los pequeños detalles sin antes revisar todo panorámicamente.
"La leche está cocida, muchacho" (Garfias J, 2015), y las variaciones de nuestro querido Andrés Muñoz: "La leche está asada". Un grande.
"Hay que dar hasta que duela" (Torres J, 2010), una máxima de nuestro querido profe jefe.
"Ustedes están superados, ¿no?" (Correa R, 2015) Chiste interno.
"Carlos siempre nos sorprende" (Aste P, 2016), una de mis más grandes victorias en la USS.
Ok, gran parte de las frases expuestas fueron en broma. Fue todo lo que pude recordar, lamentablemente...
Algo que disfruto mucho es cuando los profesores se salen de la monotonía de explicar contenidos y complementan un tema sorprendiéndonos con alguna de sus historias de vida. Son experiencias enriquecedoras que nos dejan una enseñanza más profunda que pasar materia que se olvidaremos al poco tiempo. Todas esas anécdotas quedan guardadas en una carpeta especial, apartada de la que contiene la materia de las asignaturas cursadas, las cuales a menudo pasamos a la papelera de reciclaje para generar espacio que nos permita acumular más y más datos.
En lo personal, disfruto mucho enseñándole la materia que les complique a mis compañeros, explicando cada detalle hasta que les quede claro. Es algo que me sienta muy bien. Me gusta eso de dármelas de profe y que cada duda que le surge a alguno de mis compañeros, tienda a aclararla conmigo. Aún así, me costaría verme haciendo clases a más de 30 personas. No sabría qué hacer para ganar su atención, y eso es algo que admiro mucho de gran parte de los profesores que he tenido.
--Inicio de las historias personales--
Como mencioné más arriba, sólo tengo palabras de agradecimiento para ellos. Como olvidar el cariño de las profesoras Cecilia y Luz en la primera parte de la enseñanza básica. El aprendizaje estricto que teníamos con la Miss América, y la buena onda del profe Aguilera y la profesora Sara. En la media, 4 años con el profesor Torres, quien nos sacó más de un bostezo con sus clases de historia. Además, lo entretenidas que eran las clases de matemáticas con el profe Fierro, la locura del profe de física, Montecinos ("Que la fuerza eléctrica los acompañe"). También el profe Donoso, de la UTP del Kingston College, mi ex colegio,
quien siempre tenía palabras de aliento para motivarme a dar mucho más
de lo que hacía en ese entonces.
Le guardo un especial aprecio una de mis profesoras de lenguaje, Lorna. Ella fue quién, cada vez que revisaba una de mis tareas, me motivaba indirectamente para que siguiera escribiendo. Creo que en gran medida es gracias a ella que hoy tengo la dicha de ser el autor de este hermoso blog. Muchas gracias, profe.
Posteriormente, recuerdo de la UdeC a la profe Raquel, quien cariñosamente te hacía quedar como hueón si no entendías la materia que amablemente explicaba. Por contraparte, el profe Tramón (de quien fui sólo a una clase, para ver qué tal era) que era realmente estricto. Se enojaba mucho si los alumnos no entendían y tiraba los plumones con fuerza como señal de aquello. Durante esa clase, echó a unas 4 personas que no supieron responder preguntas que él les hacía, diciéndoles que mejor se vayan a estudiar porque ahí estaban calentando el asiento. También cabe mencionar la buena onda de Dufeu, el Jefe de Carrera de Ingeniería Civil Mecánica, quien me contaba que, en un principio, a él también le iba pésimo, pero que había que sobrellevar esos malos momentos para no quedar en el camino. Como olvidarme del humor de los profesores Bello y Paiva, quienes siempre tenían algún chiste matemático bajo la manga, dispuestos a romper el hielo en cada clase.
Y finalmente, mi querida USS. Aquí, casi todos los profesores que he tenido han sido excelentes (a excepción de uno, como recordarás). Desde el profe Diego, Jefe de Carrera de Ingeniería Civil en Minas, quien me convenció para estudiar en la USS. Tampoco me voy a olvidar de aquella evaluación recuperativa que rendí en "Introducción al Cálculo" (la cual tuve que dar porque falté a una por ir a ver a PXNDX a Santiago), en que tuve que discutir cerca de 10 minutos con la profesora D'Amico porque la pauta de revisión estaba mal y, como era de esperarse, yo tenía la razón. La cosa es que la profesora tuvo que ponerme el 7,0, no sin agregarle debajito de la nota: "en desacuerdo". Momentazo.
Inolvidable también cada muletilla de la profesora Aste "¿está claro o no?", "¿está entendido o no? Profesora a quien le tengo mucho cariño y que me reconoce como su "alumno estrella". Recuerdo las clases de Taller de Introducción a la Ingeniería con las profesoras Paola y Karen, quienes siempre nos contagiaban de su buena onda para sacar nuestros proyectos adelante. Imposible olvidarme de aquellas clases con el profesor Garfias, quien nos hacía reír a carcajadas con sus épicas frases y manera peculiar de enseñar. Cómo olvidar las clases con la profesora Arellano, quien podía estar hablando 30 minutos sin hacer un solo silencio, procesando y procesando información de una manera que nunca antes había visto. Cómo olvidarme de la ternura de la profesora Paula Meyer, quien se convirtió casi que en un amor platónico para mí. Sí, es la profe más hermosa que he tenido ¿y qué?
Cómo olvidar el poco tiempo con el profe Alex, quien siempre se iba a las 2 semanas de clases por "proyectos personales", o al profe Renzo y la típica "Gahhardo, ¿tienen lista su presentación?", llamándonos a ser siempre los primeros en presentar nuestros trabajos.
--Fin de las historias personales--
Y así, son muchos los que olvidé mencionar, pero creo que están todos los que tienen que estar. Muchas gracias a todos y cada uno de ustedes, por su comprensión, cariño y dedicación. Admiro mucho a los profesores que demuestran la vocación que poseen y el amor por lo que hacen, por contraparte de aquellos que, digámoslo; son una verdadera mierda y de quienes hablaré en el próximo capítulo.
¡Muchas gracias a todos los buenos profesores que existen! De verdad, muchas gracias por ser quienes trazan y nos acompañan en nuestro camino desde el momento en que ingresamos al mundo de los estudios, para convertirnos en personas seguras de sí mismas al momento de seguir el camino individualmente.
Un saludo especial para mis tías Lidia y Any, profesoras de lenguaje e historia, respectivamente. Y otro gran saludo para mi mamá y mi hermana Karla, mis auténticas profesoras de toda la vida. Muchas gracias por su paciencia.
¡Muchas gracias por leer!
¡Qué tengas una buena noche!
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