¿Te ha pasado que te enfrentas a una situación en que simplemente no sabes qué hacer y el estrés es tal que el odio sale por si solo, aunque tú así no lo quieras? Yo creo que a cualquiera le ha pasado al menos una vez en su vida.
Gracias a que durante casi toda mi vida fui el único hombre en la casa, tenía que intentar apaciguar los ánimos en las diversas discusiones que -hasta hoy- se presentan por aquí entre mi hermana y mi madre. Es que es algo impresionante, no pasa un día sin que tengan que discutir por alguna tontería sin relevancia. He pasado muchos malos momentos por eso, pero agradezco que ya no sean tan frecuentes como antes esas discusiones. El caos que generaba el carácter de mi hermana era algo bestial. El aura que se genera suele paralizarme pues es la única opción para no empeorar las cosas.
Perdona por extenderme un tanto con algo tan personal, pero necesitaba explicártelo para que entiendas este pequeño sector de mi forma de ser. Gracias a todo eso desarrollé un autocontrol que sobrepasa mis propias expectativas. Soy capaz de controlar mis sentimientos ante una inmensidad de situaciones, tanto así que a veces pienso que los demás creen que no tengo emociones. Son muy pocas las personas que conocen mi verdadera forma de ser, mi verdadero yo. El verdadero Carlos.
Agradezco el ser una persona del tipo autocontrol, capaz de soportar una vasta cantidad de situaciones sin estallar. Cuando se presenta una situación que me desagrada, intento buscarle una solución rápidamente. Admito que hay veces en que mis pensamientos se pasan al lado del odio. Por ejemplo, el viernes tuve que ir al centro en un par de horas libres que me quedaron de la U. Tenía que ir a dejar una concentración de notas a La Araucana para postular a una beca. La cosa es que esperé más de una hora para presentar el documento y que se diera la gracia que la señora del módulo que me atendió dijera "Bien, sólo faltaría una fotocopia del carné de tu mamá, por ambos lados", cosa que yo no tenía ni por si acaso. La última vez que fui para allá pregunté por eso de la beca por rendimiento, y me dijeron que sólo necesitaba la concentración de notas, cosa que evidentemente no era del todo cierta. Caí en la trampa y la señora amablemente me dijo "¿Bueno, pero puedes volver durante la tarde con la fotocopia?". Sólo dije que no, mientras mi mente decía "Seguramente esta señora cree que me sobra el tiempo. Estoy que voy a Talcahuano al trabajo de mi mamá para pedirle el carné y traer la fotocopia de vuelta. Meh, a la mierda con este trámite. Lo haré la próxima semana. Hijos de puta". El autocontrol es algo impresionante, ¿no crees?
Si se hubiera dado la casualidad de que yo fuese del tipo caos, simplemente decía todo lo que mi mente me susurraba. Hubiese sido un mal rato tanto para mí como para la señora del módulo, además de para la gente que estaba ahí, en su mayoría señoras que se tardan 3 horas quién sabe haciendo qué.
Por más que mi mente genere odio dentro de mí, me contengo a tiempo para evitar blandir la espada contra los demás. Es algo totalmente evitable. Como recordarás del primer capítulo de esta serie, una parte de mi personalidad es la que explota cuando una situación simplemente me saca de quicio, dejando de lado toda posibilidad de autocontrol. Es algo que me da un poco de miedo, pues sé que soy capaz de matar a alguien si llega a darse esa circunstancia.
Y sí, es por eso que me mantengo alejado de la gente carente de materia gris. Suelo discrepar con ese tipo de gente y lo más probable es que los conflictos no se hagan esperar. Mi autocontrol cedería al poco tiempo y no es algo de lo que quiera hacerme cargo. Y creo que es algo que dije el año pasado (no recuerdo bien, la verdad) cuando esos tipos que copiaban con el celular durante los certámenes me estaban culpando de que yo los había acusado, como si fuese mi culpa que los hayan sorprendido como primates con el celular en la mano durante un examen. Cuando unas personas de confianza me dijeron que estos tipos me querían emboscar (de a 3, pues verás lo valientes que son, más encima), fui a hablar para dejar claro que no me haría cargo de lo que le pase a los que intenten hacerme algo. Yo simplemente me defendería, sea 1, 3 o 50. Por cierto, de los que hacían grupito para golpearme, ninguno jamás me plantó cara ni me pidió disculpas por haberme acusado de algo que no hice. Pero bueno, al menos mi conciencia está limpia.
Las emociones que experimentas al interactuar en el mundo se transforman en un infinito juego de ajedrez entre el autocontrol y el caos. Tú decides quién ganará la partida, al menos temporalmente.
Me gustaría que todos tuvieran la capacidad de autocontrol que yo tengo. Pero es algo imposible. Y bueno, el mundo se volvería monótono y aburrido, como yo...
Si eres del tipo caos, intenta calmar el lobo furioso que llevas dentro. El caos sólo genera más y más caos. Intenta cortar con ese ciclo usando tu autocontrol. Piensa antes de actuar y así verás como podemos hacer del mundo un lugar más sereno. Un mundo con menos odio y, por sobre todo, más feliz.
¡Muchas gracias por leer!
¡Qué tengas una buena noche!
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