Han pasado mil años desde la última
vez que escribí, y bueno la verdad es que no tenía nada interesante que contar,
mis vacaciones fueron fomes y rutinarias, consistía básicamente en levantarme,
hacer aseo, cocinar (aprendí a cocinar csm) y ver novelas (Amanda, El secreto
de Ferihá y a veces Ámbar) o sino salía con mi actual pololo, Bastian. Estaba
ansiosa de comenzar las clases era lo único que quería, no solo por ver a mis
amigas todos los días, sino que en mi cuarto año de Psicología, se venían ramos
realmente interesantes, sobre todo para mí y el área en la que me quiero
desarrollar. “Intervención en organizaciones” y “Psicología Juridica”, tengo
grandes expectativas respecto a estos ramos, espero que durante el desarrollo
de las asignaturas pueda cumplirlas.
Anyway, lo que me convoca a este capítulo es
la oscuridad, no física, sino que la oscuridad metafórica y momentánea en
alguna etapa de la vida. Desde chica siempre he sido bien hueona, muy hueona,
lo que me ha llevado muchas veces a sumergirme en una oscuridad de la que me ha
costado salir, perdiendo mi norte. Pero me gusta ser así (buena gente = hueona),
aunque muchas veces la gente se aprovecha, tanto así que me he relacionado con
personas realmente tóxicas y que consumían mi energía, y lo demostraba deprimiéndome
o demostrando enojo diariamente, y no
encontraba el modo de salir de ahí, sin embargo, siempre hay alguien o algo que
te ayuda, alguien que te motiva a ser mejor y que aunque toques fondo está ahí,
esperando para elevarte, sostenerte y ayudarte.
Muchas veces me ha tocado ser quien
ayuda a los demás, la mayoría de las veces. Siento que en esta pinche sociedad
no hay empatía, nadie se pone en el lugar del otro para lograr comprender como se
siente realmente estar en los zapatos de otra persona, y no lo digo porque esté
estudiando Psicología y tenga que ser la persona más empática que existe, sino
que me he dado cuenta desde mucho antes que estamos insertos en una sociedad
tan individualista que no nos damos cuenta como está el prójimo (pta que suena
religiosa esa hueá). Que muchas veces caemos en el sucio juego de molestar a
otros, sin saber lo que está pasando por
su mente, o ser egoístas o irrespetuosos,
pta no sé, que te cuesta dar una sonrisa al chofer penca de la micro, saludar
amablemente a la vieja pesá de las fotocopias (logré que fuera un poco más simpática, por lo menos conmigo), saludar a
los tios que hacen el aseo en la U (son terrible wena onda loco!), pequeños
gestos que pueden cambiar el día de una persona (por más cliché que suene),
creo realmente que si nos esforzáramos un poco más por ser empáticos, podríamos
ser una pequeña luz en la oscuridad de una persona, sea conocida o no.
Les dejo una frase de una de mis películas
favoritas jiji:
“La felicidad puede estar incluso en un oscuro momento, sólo no olviden encender la luz” – Albus Dumbledore
Sí, Harry Potter jeje.
Piensen un poco respecto a
cualquier etapa de su vida, sea buena o mala, ¿Encontraron alguna luz?
Buenas Noches! Muchas gracias por
leer.
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