Si hay algo que me molesta de mi nombre, es que 1 de cada 10 hombres se llama así. Resulta desagradable el estar tranquilamente y que esa tranquilidad sea interrumpida porque escuchaste tu nombre proveniente de algún lado. Miras, y resulta que no te estaban hablando a ti. Es algo que me ha pasado incontables veces, incluso me atrevería a decir que como mínimo una vez por día.
Lo peor del caso es que "Carlos" es fácilmente confundible con otros nombres. Varias veces me ha pasado que alguien grita: "¡Eh, Pablo!" y yo miro, pensando que me están hablando a mí. "¡Gato!, ¡Jano!" Incluso me pasaba en mis años de enseñanza básica, cuando se daba a conocer el video de "Súper Taldo". No faltaba quien gritara: ¡Taldo!, y yo, como imbécil, miraba. Bueno, cada uno mira como puede ¿no?
Mi madre siempre me comentaba que, además de mi padre, mi abuelo paterno se llamaba "Carlos Gajardo" (quién sabe si más arriba seguía la cadena) por lo que hasta los 15 años aproximadamente que tenía la idea de continuar con la legión de Carlos Gajardo. Evidentemente, el tema de detestar lo común de mi nombre descartó totalmente esa idea. Incluso, es probable que dentro de poco deje de llamarme así, pues quiero pasar a llamarme "Carlos Arratia", pero ya hablaré de eso en algún próximo capítulo.
Descartado el tema de ponerle a un hipotético hijo mi nombre, toca pensar en otro nombre, cosa que aún resulta una tarea titánica. Necesito un nombre que no sea tan repetido y que, a su vez, no suene ridículamente estúpido. Bueno, me quedan bastantes años para pensarlo, o eso espero. Sé que alguien me propinará un golpe por eso último. Era broma.
Por lo que más quieras, querido lector; no le pongas "Carlos" a tu hijo. Ya es suficiente con que un 10% de la población mundial se llame así, según datos de la Universidad de la Santísima Imaginación de un idiota con sueño que forma parte de esa estadística. Perdona, son las 03:45 y el sueño me está devorando.
Si tienes un nombre poco común, valóralo. Quiere decir que tus padres se esforzaron por pensar en un nombre diferente y que, por sobre cualquier cosa, te evitará una vida de conflictos por querer saber a quién mierdas le están dirigiendo la palabra. Piensa en cuántas personas conoces y cuántas de ellas tienen nombres repetidos. Piensa en cuántos Carlos, o cuántos Matías, José, Sebastián, Luis conoces. Es triste, pero fijo que con esos nombres debes conocer a una cantidad considerable de personas. Una vez que el mal del nombre común hace su aparición, te perseguirá durante toda tu vida.
¡Detengamos la legión de los Carlos y de cualquier nombre común! 9 de cada 10 Carlos sufre día a día con el mal del nombre común. El otro, es el hueón maricón al que siempre le dirigen la palabra, dejando a los otros nueve como tarados mirando hacia el infinito algún agujero de gusano en un espacio tiempo pseudo-esféricamente simétrico.
¡Muchas gracias por leer!
¡Qué tengas una buena noche!
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