viernes, 21 de julio de 2017

#MarDeFrustracionesII - Capítulo 53: Flashbacks con vergüenza incluida

Definitivamente, el momento que más espero en el día a día, es el de llegar a mi cama y cerrar los ojos para morir por algunas horas. Es lo que ansío durante aquellas eternas jornadas de clases en las cuales mis brazos cruzados crean sobre la mesa una superficie que simula una almohada perfecta para apoyar mi cabeza y cerrar los ojos. Es en lo que pienso todo el día.
Tristemente, ciertas veces este momento se ve opacado por algún fenómeno bastante recurrente, el cual me hace recordar ciertas situaciones vergonzosas vividas, ya sea en el día, o alguna otra situación pasada, lo que genera un sentimiento de humillación seguido de una sonrisa y un movimiento de labios del cual se puede entender perfectamente: "qué soy weón...". Estas imágenes embarazosas del pasado son lo que denominamos Flashbacks con vergüenza incluida. 
No sé el porqué, pero durante la noche, justo en el momento en que uno se va a la cama, estas imágenes aparecen instantáneamente. No tengo el conocimiento para explicar detalles acerca de este fenómeno, pero tengo el presentimiento de que Estrella, quien estudia psicología, podría aclararlo con mejores términos. ¿Te ha pasado?

Fuente imagen: Google imágenes. La verdad no recuerdo, la tengo hace ya varios meses.

Lo peor de todo es que son en su mayoría recuerdos reprimidos que uno desearía no volver, valga la redundancia, a recordar. Acciones de las cuales te arrepientes y que preferirías enormemente no haber realizado, pero que, de algún modo, terminan sacándote una sonrisa incrédula. Sí, estoy segurísimo que a ti también te ha pasado y en más de una ocasión. Es algo inevitable; a todos nos ha ocurrido una que otra situación embarazosa alguna vez en la vida y que nos deja con esa sensación de desear que nos trague la tierra y desaparecer de la vergüenza.


La noche anterior me tocó recordar una situación en la cual yo caminaba tranquilamente por la Plaza Acevedo (conocida también por cierta parte de la población como "Plaza de los Dinosaurios", en honor a aquellos dinosaurios que conforman el Parque Jurásico de dicha plaza) con destino a la universidad, atrasado como siempre, y una mujer de unos treinta y tantos años, muy probablemente soltera que se encontraba visitando a algún familiar en Concepción, me intercepta para preguntarme dónde es que queda el terminal:

Disculpa, ¿cómo llego al terminal de buses? preguntó.
Tiene que caminar por esta calle (Collao) hasta pasar el estadio, ahí a la izquierda está el terminal respondí.
Entonces hasta el terminal murmuró. Muchas gracias.
—Gracias, ¡qué le vaya bien! dije, muy estúpidamente. 


Y hasta el día de hoy me avergüenzo de aquella experiencia. ¿¡Por qué mierda le dije "gracias", si fui yo quien le hizo el favor!? Cuando me percaté de ello, ya había dado algunos pasos en sentido opuesto a ella, así que pude reír con tranquilidad. Bueno, al menos el recordarlo me saca una sonrisa. Eres tan weón, Carlos. Tan, pero tan weón.
¿Y cómo olvidar aquella vez en que tenía que asistir a un partido con amigos en el Colegio y, por apresurarme, tomé la micro equivocada (una San Pedro cuyo recorrido no me servía) y, al notar mi error, tuve que bajarme a la segunda cuadra de recorrido?  Definitivamente eres, como dijo un genio por ahí, el Faraón de los weones. 


Y así, día a día voy recordando diversas estupideces realizadas por mi espectacular persona durante el pasado. Y es la temática en la que se centrará #ElBaúlDeLaIdiotez. Será una serie con una selección de las más grandes estupideces que he realizado (y que recuerdo, tristemente) durante mi poco agitada vida; una colección de mis peores flashbacks con vergüenza incluida.


Espero y este capítulo te haya sacado esa sonrisa temerosa tras recordar algún suceso de este tipo que te haya ocurrido alguna vez en tu vida.  



Próximo capítulo: "Me desagradan los pelados"

¡Muchas gracias por leer!
¡Qué tengas una buena noche!

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